Votar
por un régimen y sus excrecencias
Votar
por el
Continuismo
es depositar la fe en el lado oscuro
del
materialismo…,
dialéctico
A
el nunca se le quitó el mal
sabor de boca.
La primera vez que votó ya era un hombre
hecho y derecho
y, a pesar del
tiempo
transcurrido,
las
elecciones no le acababan de convencer.
A
sus casi setenta anos ya ha escuchado hablar de cédulas vendidas,
pero nunca en su vida lo vivió en carne propia. Eso solo conocen las
generaciones precedentes, como aquella llamada “del Centenario”.
Centenario de que o de quién? Ya no recuerda.
Lo
que sí tiene presente es la farsa de muchos diputados que solo pasan
por sus circunscripciones días antes de las elecciones. Allí, por
donde salen…, nadie les conoce; pocos por medio de una biografía
pegada a la pared.
Está
cansado de tantas promesas incumplidas por los mismos durante toda su
vida. Que si más carne que en Argentina! De que Van Van! No que va,
tratan de que entienda que aquellos políticos iban “de punta en
blanco”, pero él solo conoce a los que van de verde olivo. A sus
setenta anos nunca tuvo oportunidad de votar en la república
“mediatizada”. Es más, no sabe, a ciencia cierta, si lo de la
mediates se debe a los medios informativos o algo más complicado.
Su
padre sí tuvo la oportunidad de votar antes y después. Y el asombro
fue tan grande que se le formó un nudo en el estómago. Durante
muchos anos había sido castigado a no ser elegido militante del
partido, por haber votado en las últimas elecciones
presidencialistas. Supuestamente aquellas elecciones apoyaban al
régimen de Batista. Su padre no tenía elección. Tenía que votar o
arriesgarse a quedar cesante.
Ahora
tenía que votar por alguien que vivía cerca, pero que no conocía
de nada y que presentaba una biografía insulsa. Los otros por el
estilo. Pero lo que más le molestaba a su padre era el no poder,
influir con su voto, a decidir quién o quienes presidirían el país.
Y se hacía una pregunta: Que tipo de elecciones son estas en que un
grupo de personas continúan a ser elegidas permanentemente, aun
cuando han realizado mal un trabajo para el cual supuestamente fueron
elegidos. Y así una y otra vez.
La
vida de su padre, reflejo de otros muchos cubanos y cubanas anónimas, le ha ayudado a entender que las elecciones, en Cuba, carecen de raíz
y son tan falsas y accidentales como el proceso que las ha gestado; que no se les puede legitimar de ningún modo.
No
es apatía, no. No es desinterés, no. Es falta de pasión y el poco
convencimiento en que aquellos en los que han confiado ciegamente
durante tantos anos, ahora se despiden de éste mundo dejando el
futuro pendiente de una brocha gorda y sin escalera en que apoyarse.
Ahora
parece que son pocos los que no han hecho su parte y es por eso que
el país, en vez de avanzar, retrocede.Cualquiera tiene la culpa, menos ellos.
Para él, votar por el mismo régimen le provoca exclusión, ilegalidad,
inseguridad, trance, pero nunca continuidad, porque no es un proceso
genuino, porque supone un imposible de perfeccionar.
De
martianas y fidelistas, poco. Mucho de totalitarismo estalinista,
nada de marxista o leninista. Que puede significar, un país en la
miseria, para el resto de los países del Continente Americano? Una
moneda de cambio con la que amenazar al “monstruo imperialista”?
Desgraciadamente,
la sociedad cubana (si es que existe algún tipo) no aspira a una
sociedad mejor. El conformismo se lo impide. Un régimen enquistado
no es la solución al problema cubano. Los quistes deben ser
extirpados. Si es posible, de raíz.
Cual de los supuestos “líderes”
tiene apego en la gente?
Es del todo imposible que tan solo una
biografía pueda hacer que 60 mil ciudadanos (de una sola
circunscripción) llegue a conocer profundamente a uno solo de los
diputados, máxime cuando ninguno fue elegido por los ciudadanos de
esa circunscripción.
Cuando
uno de esos ninos, que pacientemente “cuidan” las urnas proclaman
“votó”, se le revuelve algo en el estómago. La farsa que no la consigue digerir, para que luego venga alguien a invitarle a un café, que no
es café y después, tratar de convencerle que Cuba es un país especial
y triunfante.
Por
eso, repite.
Votar
por el
régimen es
hacerlo por una
pesadilla recurrente. No vale la pena.
No
lo es, ni por la historia y peor aún, ni por un negro porvenir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario