Por Juan Juan Almeida
Más de un siglo de prisión, es la petición fiscal promedio para cuatro
oficiales sentenciados el pasado 9 de mayo, acusados de robo y venta de
información altamente clasificada perpetrado en la oficina secreta del
Ministerio del Interior, en el 2016.
Coronel Carlos Emilio Monsanto, 37 años de privación de libertad
(conmutada la pena capital. En moratoria pero existe)
Mayor Ernesto Villamontes, 30 años de privación de libertad.
Mayor Jorge Emilio Pérez, 30 años de privación de libertad.
Además de un alto oficial de tropas guardafronteras, de nombre Román,
condenado a 22 años de privación de libertad.
Procesados por separado, fallos similares cayeron sobre 12 cómplices,
y un imputado del que nada o muy poco se sabe, y que se conoce como “el autor
intelectual”. El hermetismo del proceso, por ahora, incluye que de estos
últimos se desconozcan nombres, grados y cargos.
Los 4 ex militares encausados fueron sancionados bajo cargos de:
- Alta traición a la patria.
- Robo y venta de material clasificado a gobiernos extranjeros.
- Realizar actos dirigidos a promover la deserción y estimular
desobediencias entre altos oficiales.
- Difundir predicciones maliciosas tendentes a causar descontento
entre altos mandos militares.
- Enriquecimiento ilícito.
- Cohecho.
- Abuso en el ejercicio del cargo.
Como sanciones accesorias, los acusados fueron despojados de sus
grados militares, se le confiscaron bienes que el tribunal consideró vinculados
al proceso, y se les prohibió de forma indefinida el ejercicio de cualquier
cargo de mando o dirección.
Según fuentes con acceso al papeleo, los implicados en la cuasi
impenetrable causa, expatriaron capital cubano a través de una serie de
operaciones de dudosa coherencia comercial. La planificada estrategia –
aseguran - era usar ese dinero para convencer y/o chantajear a otros altos
oficiales y dirigentes del partido para, aprovechando el vacío de poder,
estimular la insatisfacción dentro de las filas castrenses.
La información sobre este proceso judicial se había mantenido con
absoluta inaccesibilidad hasta que el 31 de marzo de 2016, en esta página, bajo
el título “General Gondín languidece tras ataque cibernético al MININT”;
publiqué que el general de división Carlos Fernández Gondín, había salido de su
oficina acompañado de un médico, luego de un ataque de furia que le provocara
una isquemia y terminó hospitalizado. Meses después, el 7 de enero, murió.
Para entonces, se decía que un individuo, o grupo no identificado,
había entrado al depósito donde se guardan chismes ultra secretos y desvalijó
una importante base de datos con información privilegiada. Ahora sabemos que
entre los datos robados existen documentos que implican y/o comprometen a
dirigentes y familiares de dirigentes cubanos, a figuras del mundo intelectual,
a catedráticos, diplomáticos, empresarios, personas influyentes y políticos
importantes de varios países; una lista comprometedora con objetivos de interés
penetrados fuera de Cuba; actividades encubiertas realizadas fuera de la isla;
operaciones de desestabilización regional; lavado de dinero y blanqueo de
capital; un amplio catálogo de información negociadas por la inteligencia
cubana con servicios secretos extranjeros; y una amplia relación de importantes
inversiones que a nombre de testaferros el gobierno mantiene allende de las
fronteras del territorio nacional.
http://manchiviri.blogspot.pt/2016/04/la-desesperacion-de-un-regimen-que.HTML
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