domingo, 15 de abril de 2012

La Iglesia Católica de Cuba y los asilos de ancianos


Por mucho que intento comprender las razones, que tienen algunas personas, para criticar la labor de la Iglesia Católica en Cuba, no logro entender el objetivo de atacarla y, sin pretenderlo, defender (por omisión) al régimen de oprobio.

En el caso que nos ocupa es imprescindible comenzar por la protección que brinda el desgobierno cubano a aquellos ancianos que se encuentran acogidos al sistema de asilos del desgobierno.

A partir de este enfoque y resaltando el abandono en que se encuentran los inmuebles, los servicios y las personas,  pudiéramos hacer comparaciones.

Encuentro muy bien que alguien diga que los ancianos cubanos no se encuentran en los destartalados asilos por voluntad propia.

¿A quién le gustaría estar en un asilo? Supongo que a la mayoría no.

¿A quién le gustaría estar en un lugar sucio, nauseabundo y miserablemente abastecido de alimentos? No me imagino a nadie.

Cuando el dictador Fulgencio Batista encontró refugio al amparo de dictadores (Chapitas en República Dominicana y Salazar en Portugal) los cubanos teníamos esperanzas de un futuro mejor.

Año tras año la Bestia Ilustrada, en su empeño por exportar una ideología extra continental, fue acabando con la ayuda de la URSS y demás países del Campo Socialista y (por supuesto) con las arcas del Estado cubano.

De manera que 50 años más tarde, los cubanos que habíamos cifrado nuestras esperanzas de futuro en un país cuyo único propietario fuese el Estado, nos encontramos que no tenemos ni donde caernos muertos.

Fidel Castro, su hermano y la caterva de funcionarios corruptos, que revolotean en la cúpula del poder. Esos sí. Esos si tienen donde reposar. Y no precisamente un asilo de ancianos depauperado por la desidia de un puñado de energúmenos con ínfulas de salvadores de no sé que patria.

Y es aquí cuando, sin haber apuntado a los verdaderos responsables de la catástrofe cubana, comienzan las críticas a la Iglesia Católica de Cuba por dar amparo a unos pocos de sus fieles.

Es así como comienzan a “destacar” la desigualdad de unos y otros por el mero hecho de que los beneficiados tuvieran algo que ofrecer a cambio de una atención pormenorizada.

Posiblemente las casas que estos ancianos han cedido a la Iglesia, nada tengan que ver con las “casas de micro brigadas” otorgadas por el desgobierno a los “obreros y campesinos ejemplares”. Y gracias a esas casas y a la labor de las monjitas, nada tienen que envidiarle a los hostales turísticos. Por el contrario, sufren la insana envidia de aquellos que, creyendo fervorosamente en el Diablo de Birán, lo dejaron todo en manos de “Papá Estado” y ahora malamente toman el sol mañanero. Sol al que tampoco tuvieran acceso de estar en las manos del desgobierno.

Envidian los libros que leen. Los asilos del desgobierno ni eso tienen. Envidian la atención que reciben de las monjas. Por cierto ellas (las monjas) son las encargadas de velar por la asistencia médica. También envidian esto último y que muchas de las veces, las visitas médicas no son, ni voluntarias ni gratuitas.

Los funcionarios del desgobierno que trabajan en los asilos estatales se ocupan más de robar los pocos alimentos que supuestamente deben recibir los ancianos y en no pocas ocasiones llaman a los médicos para que certifiquen la defunción de alguno de los “asilados”.

¿Acaso alguien me puede decir quienes son los encargados de salir a pasear con los ancianos de los asilos estatales los fines de semana? ¡No compañero! Por culpa del bloqueo imperialista, el régimen no tiene recursos para dedicarlos en esta dirección!

Y en efecto, los hospicios para mujeres y hombres de la tercera edad administrados por la Iglesia Católica, dirigida por el Cardenal Jaime Ortega, con los recursos emanados de las propiedades y pensiones de los propios ancianos, marcan una diferencia brutal con respecto a sus similares estatales.

Cabe destacar que ni la Iglesia, ni los ancianos le han robado un centavo a cualquier otro ciudadano cubano y mucho menos a los de la tercera edad.

Allá por el cine Mónaco, en el antiguo Hogar del Veterano, en San Miguel y Agustina, un asilo estatal da ganas de llorar. Los ancianos se encuentran, sucios (a falta de agua y jabón). Como vulgares mendigos piden limosnas, muchas veces en forma de cigarros o recogen colillas de los contenes que bordean las aceras. La poca comida que ingieren, una vez por día es repugnantemente rechazada por los más cochinos cerdos (“patas negras”…, de churre). Y la mayoría de estos ancianos, con sus muchísimos años a cuestas, escasamente vestidos y prácticamente descalzos, salen a la calle (sin permiso) a ver la posibilidad de ganarse unos cuantos pesos, recogiendo latas vacías y cuanto pueda aparecer en un contenedor de basura.

¡Atención! Estoy refiriéndome a la moneda nacional y no al invento de la moneda CUC que dice el desgobierno que es un equivalente al dólar norteamericano.

Queridos amigos que me leen:

Si todos cumpliéramos con los diez mandamientos (que los enviados a Moisés son bastante más), el mundo sería un lugar mejor y el ser, no sería humano, sino divino.

Ahora bien, lo que dista de la realidad en Cuba, no son los preceptos católicos, sino las ideas chovinistas de los hermanos dictadores, que se han dedicado durante medio siglo a despilfarrar, no solo los recursos nacionales. Han despilfarrado todo. Y en beneficio propio.

Hay quién se atreve a criticar al Cardenal Jaime Ortega Alamino de haber utilizado los recursos de la Iglesia Católica de Cuba, para reparar un apartamento y atribuírselo a una parienta como regalo de bodas. Dicen que este matrimonio emigró y la propiedad pasó a manos de otro pariente.

De ser así, pues no me hago eco de semejante acusación. No tengo elementos de juicio. Posiblemente el Cardenal tendrá que responder ante el Creador por semejante atribución indebida. A no ser que fuese en calidad de préstamo y que la propiedad se mantuviese durante todo ese tiempo en poder de la Iglesia. La Institución puede hacer con sus bienes, lo que mejor estime conveniente, menos regalarlos.

¿En algún momento fue desatendida la donadora de la vivienda?

No nos equivoquemos. La propiedad de la Iglesia Católica no es estatal. Esto quiere decir que no pertenece al pueblo. Es propiedad privada de una Institución y es sola a ella a quién tiene que responder. No es igual al desgobierno de los hermanos dictadores que hacen con la propiedad del pueblo lo que se les antoja y jamás han respondido de sus fechorías.

Pido, de todo corazón, que investiguen, que averigüen, si las personas que han sido beneficiadas con el otorgamiento de algún inmueble, por parte de la Iglesia Católica de Cuba, han recibido la propiedad, o si por el contrario se encuentran viviendo el inmueble en calidad de usufructuario.

Normalmente, la Iglesia Católica no hace donaciones de inmuebles, ni dona propiedades a particulares, como si se tratara de alimentos y medicinas.

La confusión entre propiedad privada y estatal es tan grande en Cuba, que las personas no saben la diferencia entre una cosa y la otra.

Harina de otro costal es la donación de una propiedad al Estado, con el objetivo de que éste construya un inmueble en beneficio de la población.

Me molesta extraordinariamente que alguien se atreva a estas alturas en convertirse en defensor de la decana de las dictaduras del Mundo en que vivimos arguyendo que los hermanos dictadores se han ocupado del fondo habitacional durante los últimos 50 años transcurridos. De ser así no tendríamos, en Cuba, problemas de vivienda.

Meter en el mismo saco a la Iglesia Católica y al régimen de los hermanos Castro solo se le puede ocurrir a un enajenado mental o, a un ignorante, incapaz de diferenciar los discursos.

Uno, el de la Iglesia, espiritual, de fe y de perdón.

Otro, materialista y que promete el paraíso de la humanidad en la tierra para los “esclavos sin pan”.

Imposible negar que existe cierto parecido.

Ambos estados son totalitarios.

Entre ambos existe una gran diferencia de dos siglos.

Los dos se han impuesto, de inicio en la clandestinidad, luego por la fuerza.

En mucho se parecen, pero no son iguales.





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sábado, 14 de abril de 2012

La Congoja de Fidel Castro y Las Faulkvinas

En el primer párrafo de una de sus tantísimas defecciones, Fidel Castro pretende “deducir” el nombre del mandatario de Canadá. Tengo la completa seguridad que Fidel Castro conoce perfectamente el nombre del Primer Ministro de Canadá.

Lo que quiere dar a entender es, que no lo considera honorable y mucho menos amigo suyo. De ahí que intente (vanamente) de minimizarlo. A no ser que la enfermedad que padece y los muchos años que lleva a cuestas, le estén afectando la prodigiosa memoria que lo caracterizaba.

No debemos dejar de señalar la inmensa falta de respeto hacia la comunidad internacional, cuando en ese mismo párrafo “observa” que los casi 200 Estados que componen la Organización de Naciones Unidas son supuestamente independientes.

Ya en el segundo párrafo comenzamos a percibir las venenosas intenciones del maquiavélico ancianito cuando dice que en la segunda mitad del siglo pasado tuvo el “privilegio” de aprender y apreciar que los canadienses fueron siempre respetuosos y hasta hacían negocios con él, sin intervenir en los asuntos internos de la dictadura totalitaria neofeudal.

En el tercer párrafo explica que la dictadura (por él liderada) no afectó los intereses canadienses y que los gobiernos (canadienses), que se sucedieron con los años, no fueron cómplices económicos o bélicos de los Estados Unidos.

En el cuarto párrafo dice que Canadá no fue miembro de la Organización de Estados Americanos (organización que expulsó de su seno al desgobierno de los hermanos Castro Ruz por no avenirse a los principios de la carta). Prosigue diciendo que en esos años algunos líderes canadienses le visitaron. Pone como ejemplo a Pierre Elliot Trudeau, que lo visitó en Cayo Piedra del Sur. No menciona a la mujer de Trudeau.

En el quinto párrafo Fidel Castro supone que la OEA es una organización integrada por Estados soberanos, pero que tal afirmación “como otras muchas” encierra un gran número de mentiras.

Vamos a ver: ¿Reconoce Fidel Castro que el régimen que impera en Cuba hace que el país no sea soberano? Por supuesto que no. Lo que pretende la Bestia Ilustrada es pasarnos el gato y el bla, bla, bla del “espíritu de lucha” y “la esperanza de un mundo más digno” bajo un sistema neofeudal.

La OEA es una organización panamericana. Nada hay que suponer. Después de tan macabra suposición nos pretende llevar a la conclusión que los países de Europa, Asia u Oceanía no pueden pertenecer a la OEA si tuvieran colonias en el hemisferio occidental. Es preciso aclarar que la OEA es una organización solo para Estados americanos.

El caso de Canadá se diferencia solo en que el Jefe del Estado es la Corona Inglesa. La diferencia estriba en que cada cierto tiempo los canadienses acuden a elecciones libres y eligen diferentes primeros ministros y no como sucede en Cuba donde las elecciones amañadas resultan siempre en los mismos jefes de Estado y de Gobierno.

En el séptimo párrafo debemos responder a Fidel Castro que el Reino Unido no forma parte de la OEA, aunque él (con mucha mala fe lo ponga en duda).

Es entonces que llega el octavo párrafo y Fidel Castro se desplaya. De forma sarcástica llama “honorable”  al Ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, solo porque éste no se decide a decir si apoya o no al gobierno argentino en el espinoso tema de las islas Faulkland.

¿Cuáles son las pretensiones de Fidel Castro? ¿Qué el Gobierno canadiense tome posiciones?

Creo que el gobierno canadiense hace muy bien en desear que reine la paz entre ambos países.

La soberanía de estas islas ha estado en conflicto entre el Reino Unido y la República Argentina desde 1833. Para la ONU la soberanía se encuentra en litigio, pero permite que la administración continúe en manos del Reino Unido.

Argentina, por supuesto, no reconoce la soberanía británica.

Un poco de historia:

En 1764 el conde francés Louis Antoine de Bougainville estableció Port Louis en la isla Soledad y tomó posesión de las islas en nombre del rey de Francia.

Ante la protesta española, en 1766 Francia accedió a evacuarlas y reconoció la soberanía española sobre el archipiélago, con la condición de indemnizar a Bougainville.

Los 115 colonos franceses quedaron bajo el gobierno de Felipe Ruiz Puente, que procedió a construir una capilla y otros edificios, estableciéndose la Gobernación de las Islas Malvinas.

Paralelamente, los británicos, en una expedición liderada por el comodoro John Byron, fundaron Port Egmont en la isla Trinidad del grupo de las islas Sebaldinas.

España logró la retirada de los británicos en el marco de los acuerdos llamados Convenciones de Nutka.

En 1811 las Malvinas fueron evacuadas por los españoles, quedando desiertas hasta 1820, siendo sólo visitadas por barcos balleneros de diversas nacionalidades.

 En 1820 el gobierno de Buenos Aires envió una fragata a tomar posesión y reafirmar sus derechos en las Malvinas, como sucesión de España.

Desde 1823 concedió a Luis María Vernet la explotación de recursos de las islas. El 10 de junio de 1829 se creó la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas con asiento en la isla Soledad y jurisdicción en las islas adyacentes al cabo de Hornos. El 30 de agosto de 1829 Vernet fundó Puerto Luis.

Las actividades de contralor que Vernet llevó a cabo contra barcos balleneros hicieron que la corbeta de guerra Lexington de los Estados Unidos destruyera las instalaciones de Puerto Soledad.

El 2 de enero de 1833 llegó la fragata de guerra británica HMS Clio, al mando del capitán John James Onslow, quien comunicó al jefe argentino que iba a reafirmar la soberanía británica y retomar posesión de las islas en nombre del rey de Inglaterra.

El capitán de la goleta Sarandí, José María Pinedo, no se consideró en condiciones de resistir y optó por embarcar a sus hombres y retornar a Argentina.

Al día siguiente desembarcaron las fuerzas británicas, izaron su pabellón y arriaron el que había dejado Pinedo, tomando posesión de las Malvinas.

Hasta aquí la historia.

Ciento cuarenta y nueve años más tarde, los argentinos se percataron de que habían abandonado las islas (no quiero mencionar la palabra cobardía) sin oposición bélica o política e invadieron las islas provocando un enfrentamiento en el cual resultó hundido un buque añejo, por el cual los ingleses no tienen nada de que excusase. Los ingleses perdieron varios buques al ser atacados por la aviación argentina y aun están esperando excusas.

Sinceramente creo que el caso de las islas debe ser tratado en la ONU tal y como viene sucediendo con los territorios no autónomos bajo la supervisión del Comité de descolonización, con el fin de eliminar el colonialismo. Esta situación es examinada anualmente desde 1965.

A partir de este momento Fidel Castro comienza a desvariar. Se refiere a las transnacionales canadienses; los daños que los yanquis le imponían a Canadá y el daño que las empresas canadienses ocasionaban a millones de personas.

Nada dice Fidel Castro sobre el sistema de servidumbre semi esclava en que los empleados cubanos, contratados por una agencia empleadora del desgobierno, trabajan en las firmas canadienses.

El resto del artículo es corte y pega.





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