lunes, 2 de agosto de 2010

Un hombre que nunca se ha servido de su Patria (final)


DESARMANDO EL MUÑECO.
Era evidente que el régimen del apartheid estaba sentenciado por todos los intereses de la economía de mercado desde mediados de los 80. Pero, ¿cómo desmantelar este muñeco grotesco sin derramamientos de sangre, sin represalias de una parte o de otra, sin afectar los suministros de materiales estratégicos que podían repercutir muy negativamente en la economía y seguridad nacional de Estados Unidos?

De acuerdo a un escrito realizado por W.W. Malan, Vice-Presidente de la Cámara de Minas Surafricana, los Estados Unidos importaban anualmente mas de un billón de dólares en cromo, manganeso y platino para su economía industrial y defensa nacional. Ya en 1978 la Junta de Asesores de Materiales Nacionales de Estados Unidos (NMAB) había concluido que los Estados Unios eran estratégicamente más vulnerables a la interrupción del cromo que a un embargo de cualquier recurso natural incluyendo el petróleo.

Por otra parte resultaba preocupante que producto del obstinamiento del régimen de Pretoria y la continua violencia en el sur de Africa se pudiera escalar aun mas el enfrentamiento de la guerra fría complicando el conflicto. A principios de 1987 el gobierno de Zimbabwe había entablado ya conversaciones con los soviéticos para una posible compra de aviones de combate MIG-29. Gran Bretaña se opuso enérgicamente y la nueva dirección del gobierno soviético encabezada por Mihail Gorbachov mostró la prudencia de congelar la negociación.

Para poder desmontar este muñeco, se requería un esfuerzo multilateral de todas las latitudes. Una ofensiva en todos los frentes: diplomático, académico, económico, científico y hasta religioso.

Los Estados Unidos pusieron a prueba una variante contemporánea de la zanahoria y el mazo. La Sección 311 del Acta Integral Anti-Apartheid de 1986 (Comprehensive Anti-Apartheid Act of 1986) del Congreso de Estados Unidos seria el mazo y la doctrina de Constructive Engagement enarbolada por el Ejecutivo seria la zanahoria.
Alrededor de estas dos direcciones estratégicas para el desmantelamiento del apartheid se crearon diferentes grupos de trabajo, desde “tanques pensantes” (think tanks) hasta centros de Investigación como el Investor Responsability Research Center en Washington encargados de monitorear y sacar a la luz publica todas las compañías norteamericanas que indirectamente estaban explotando a los trabajadores sobre la base de sus razas.

Los principios de Sullivan se tomaron como base para la ofensiva contra las transnacionales e inversionistas que se beneficiaran en países donde no se respetaban los derechos humanos, políticos y laborales.
Una brecha que era necesario eliminar y que indudablemente significaba un obstáculo para lograr los objetivos de desmantelar el muñeco racista eran los divergentes criterios de los liberales tradicionales que amenazaban a los empecinados blancos con el slogan de “Sufrirás el futuro”.

En este frente tuvo una importancia decisiva la “Free Market Foundation” del convincente profeta del libre mercado León Louw y el brillante conferencista Clem Sunter. A las mas de cien presentaciones de Clem Sunter llegaron a atender casi 30,000 personas y sus audiencias incluyan entusiastas desde el gabinete de ministros hasta activistas de los asentamientos urbanos creados para la raza negra durante el apartheid. Al igual que Sunter, León Louw resulto un convincente conferencista con sus horas de bombardeos de graficos, ejemplos y exortaciones.

Fueron tan convincentes estos ciclos de conferencia que el responsable del departamento de investigaciones del ANC Pallo Jordan no podía entender la recepción que tuvo esta ideología de libre mercado dentro de los Sur Africanos que se catalogaban de izquierda. “Lo más sorprendente, dijo, es que estas ideas asociadas con el Thacherismo-Reaganismo(Thacherite-Reaganite) encontraron recepción dentro del discurso radical y fueron consideradas como un pilar de la liberación” (Weekly Mail, julio 17, 1987, p.7.) Este apoyo se hizo más evidente cuando Winnie Mandela escribió un entusiasta prefacio dando su apoyo abierto al libro sobre privatización y desregulación escrito por Leon Louw y su esposa Kendall bajo el titulo: “La Solución”.

Las predicas de Louw demostraban que un Estado racista excluyente de las grandes mayorías, era tan ineficiente y dañino como un Estado Socialista de economía planificada e improductiva. Los intereses en un momento divergentes, de los sectores que clamaban el “Socialismo Étnico” y los que deseaban conservar un Estado súper burocratizado Afrikánder fueron comprendiendo con las predicas de estos que si “El gobierno fuera adecuadamente limitado, la vida se despolitizaría y se desactivaría la lucha por el poder”.

En Septiembre de 1985 durante el anuncio de las sanciones que Estados Unidos aplicaba al régimen de Pretoria el Presidente Ronald Reagan dijo: “Si, nosotros en América, por lo que somos y por lo que creemos, tenemos influencia para hacer el bien. Nosotros tenemos también un inmenso potencial de hacer las cosas peor. Antes de tomar pasos firmes, debemos pensar en la cuestión clave: ¿Estamos ayudando a cambiar el sistema? ¿O estamos castigando a la población negra que queremos ayudar? La política de Estados Unidos a traves de varias administraciones ha sido usar nuestra influencia y nuestra presión contra el apartheid, no contra personas inocentes que son las victimas del apartheid”. (“Washington Post, 10 September 1985. A2)

A finales de 1985 Pretoria se encontraba ya bajo una política insostenible. Meses después de las andanadas del Presidente Reagan, el Congreso norteamericano en la Sección 113 del Acta Integral Anti-Apartheid pone sobre la mesa las exigencias que los Estados Unidos requerían para la terminación de las acciones. Estas eran:
Liberación de todas las personas sancionadas por sus creencias políticas o detenidos arbitrariamente sin juicios; incluyendo en primer lugar a Nelson Mandela.
Terminar el estado de emergencia y liberar a todas las personas que hayan sido detenidas bajo ese estado.
Permitir a todos los Surafricanos de todas las razas el libre derecho a formar sus partidos políticos, expresar libremente sus opiniones y participar en todos los procesos políticos.
Derogar la Ley de Areas de Grupos y la Ley de Registro de Población y no establecer otra medida similar.
Consentir en entrar en negociaciones de buena fe con los verdaderos representantes de la mayoría negra sin precondiciones.

El régimen de Pretoria reacciona violentamente. El Presidente P.W. Botha declaro: “Nosotros no hemos cedido nunca a las demandas del exterior ni pensamos hacerlo. Los problemas de Sur Africa serán resueltos por los Sur Africanos y no por los extranjeros. A nosotros no nos van a detener de hacer lo que pensamos que es lo mejor para nuestro país ni nos van a forzar a hacer lo que no queremos hacer.”

Preguntado sobre los efectos que él estimaba traería la ley pasada por el Congreso de Estados Unidos contra el apartheid respondió: “Ustedes me están dando una elección. Si no hacemos lo que ustedes quieren, nosotros seremos más pobres, y si las hacemos perderemos el control. Nosotros hemos vivido pobres y podemos vivir pobres otra vez, pero no podemos perder el control.”

No obstante la reacción violenta de los dirigentes del régimen de Pretoria. La situación económica seguía deteriorándose a un paso más rápido. El sector privado, anticipándose a un posible congelamiento de las cuentas bancarias en Estados Unidos comenzó a sacar su dinero del país, primeramente hacia Suiza donde ya se manejaba la mayoría de las transacciones de Sur Africa en oro ( Journal of Comerse, 28 of July 1986, 3A)

EL OBSTÁCULO DE LA EXPANSION COMUNISTA

Aunque los Estados Unidos estaban decididos a terminar con el apartheid había un obstáculo que le indicaba prudencia. La presencia de las tropas cubanas en Angola y Etiopía, la recepción de enormes cantidades de armamento con las ultimas tecnologías de guerra, la presencia cada vez más creciente de miles de asesores soviéticos en la región y las declaraciones cada vez más hostiles de los países de la llamada Línea del Frente (Angola, Mozambique, Zimbabwe) hizo caer a los norteamericanos en una encrucijada.

El apartheid era totalmente retrogrado e inaceptable tanto por su daño al desarrollo del libre mercado como por las afectaciones que se podrían crear en la economía y seguridad nacional de Estados Unidos con las interrupciones en el suministro de materiales estratégicos. Pero por otro lado si la región completa seguía desestabilizándose y los comunistas lograban imponerse en Sudáfrica el problema seguiría indisoluble y hasta pudiera ser peor el remedio que la enfermedad.

Los norteamericanos veían la doctrina y los métodos del expansionismo soviético comparándolos con las infecciones oportunistas que se desarrollan en un cuerpo como resultado de las defensas debilitadas por una enfermedad crónica sistemática.

En el caso del cono sur africano, la agresión del gobierno de Pretoria contra los Estados circundantes(desestabilización), aunque explicada en el idioma de la lucha contra el comunismo, era la enfermedad crónica sistemática. Los corazones y las mentes destruidas de millones de africanos afectados por estas practicas de desestabilización significaban el cuerpo inmunologicamente debilitado y por ende altamente susceptibles a la infección oportunista del comunismo.

Por la correlación de fuerzas en el terreno los Estados Unidos sabían que las tropas cubanas no tenían posibilidades de derrotar militarmente al ejercito de Sudáfrica pero se estaba caminando por el filo de una navaja. Existía la posibilidad de que en algún momento que los Sudafricanos se sintieran realmente amenazados hicieran uso de su armamento nuclear y ya en ese punto del conflicto seria muy difícil ponerle freno a la catástrofe que provocaría.

En las conversaciones de distensión que sostenían los soviéticos con Estados Unidos desde principios de 1987 comenzaron a dar claras muestras de que estaban comprometidos a un relajamiento de tensiones internacionales.
El 8 de Febrero de 1988 la URSS anunciaba su compromiso de retirar sus tropas de Afganistán e inicio una clara política de desvinculación de sus compromisos con sus aliados a lo largo del mundo.
De forma graduada pero sin interrupciones, la URSS fue comunicando a sus aliados desde mediados de 1987 el fin de su apoyo militar y económico.

Fidel Castro y los Sandinistas nicaragüenses en América Latina; los regímenes de Angola, Mozambique y el general Mengistu en Etiopía; Vietnam en Asia..., todos recibieron la noticia de que la URSS iba a interrumpir su ayuda financiera, diplomática y militar.

Esta era la tan esperada luz verde que necesitaba Estados Unidos para intensificar la búsqueda de la paz en el sur de Africa. Misión que cumplió con esmerada diligencia el Secretario de Asuntos Africanos de Estados Unidos Chéster Croker.

Los conflictos armados en el sur de Africa y en especial la guerra fronteriza en Angola no terminaron con la victoria o derrota de ninguno de los contrincantes. La liberación de 30 millones de consumidores en el sur de Africa y los intereses económicos de Occidente fueron más decisivos que las armas nucleares de Pretoria o las decenas de miles de tropas cubanas.
La guerra la gano un ejercito que no tiene soldados. El Mercado.

BIBLIOGRAFÍA:
Anzovin Steven, ed. South Africa: Apartheid and Divestiture.
Crocker, Chester A. “South Africa’s Defense Posture: Coping with Vulnerability”
Plotkin Rhoda, “The United States and South Africa: The Strategeic Connection.”
Reagan Ronald “U.S. Economic Relation and South Africa: Apartheid, Some Solutions.” Vital Speeches of the Day, August 15, 1986, 1-5.
The African Fund (associated with the American Committee on Africa) “Questions and Answrs on South Africa Sanctions.” Perspectives, No 1/86 1-5
Wolpe, Howard “Seizing Southern African Opportunities” Foreign Policy. 1988, 60-71


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