domingo, 18 de julio de 2010

El amor, madre, a la Patria


A quienes unen y defienden, a quienes confían en aquellos que fuimos “educados” por el régimen totalitario. A aquellos que desde lo más profundo del corazón sienten el orgullo de ser cubanos sobre todas las cosas y que se han visto obligados a emigrar, dedico éste artículo.

Nuestra historia se encuentra saturada de frases, supuestamente históricas, sino fuera por la retórica fidelística (mentirosa y ultrajante), con la cual pretenden continuar engañando, no solamente al pueblo cubano.

Cada día me convenzo más que los hermanos dictadores se pasan por el arco del triunfo los principios que tan pomposamente han proclamado como inalterables.

Tampoco el caudillismo es ajeno a nuestra historia reciente, ni el tan cacareado igualitarismo (absurdo y ridículo) o la patriotería barata y la deuda “eterna” a los pueblos del África negra.

Nada de lo dicho en el párrafo anterior resolverá el cincuentenario deterioro del nivel de vida de nuestro pueblo, tal y como sería imposible dejar de ser un pueblo mestizo.

El régimen totalitario se encuentra en un momento de definiciones. Cada día que pasa la situación económica empeora y los ancianos dictadores no encuentran como morir con las botas puestas. Cuatro décadas de sangre y dolor del pueblo cubano ha sido el precio pagado para que ellos y sus acólitos vivan como señores feudales en la tierra que nos vio nacer (a ellos y a nosotros).

A estas alturas, les resulta imposible utilizar las llamadas “organizaciones de masas” (grupos de respuesta rápida o, mejor aún, esbirros al servicio de la dictadura), mascatuercas de prebendas y chupaceites malversadores del erario público, para movilizar a nadie en aras de la defensa de nadie. Los humildes hace mucho fueron abandonados por la satrapía.

No olvidemos jamás que muchos hijos de la patria, andamos desperdigados por el mundo, mientras nuestras familias, que quedaron en Cuba, sufren las miserias y rencores de una caterva de explotadores disfrazados de “socialistas”, que se dedican a exacerbar el odio, pretendiendo proteger el “futuro” común.

El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca; -
Y tal amor despierta en nuestro pecho
El mundo de recuerdos que nos llama
A la vida otra vez, cuando la sangre
Herida brota con angustia el alma; -
La imagen del amor que nos consuela
Y las memorias plácidas que guarda

El derecho a la Patria es de todos y pasa por la esperanza de un futuro mejor, donde no exista el ego y las vanidades del caudillo, ni el egoísmo de funcionarios corruptos. Es la defensa de una nación que un grupo de energúmenos ha pretendido destruir durante cinco décadas


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